A veces, a veces las cosas no salen bien y sencillamente cuesta mucho ver el punto positivo de todo esto, ver la parte del vaso, que está llena.
Cuesta extrañar tanto a algunas personas, saber que no van a volver nunca más. Saber la infinidad de cosas que no vivieron y la cantidad de recuerdos que dejaron atrás. Cuesta, y estos últimos tiempos estuve aprendiendo sobre dejar atrás, y dejar atrás cosas, lugares, y personas importantes en mi vida, esenciales. Estuve también viendo las cosas que sin querer dejé atrás y como no dolieron en ese entonces, duelen ahora. Ahora me está cayendo el pasado y el presente encima, me están cayendo encima un pasado y un presente para irse, porque no puedo aferrarme 3 segundos que ya desaparecen.
Eso aprendo, aprendo a dejar ir cosas y cada vez a llorarlas menos, aprendo a ser fuerte incluso cuando quiero tirarme al piso y deshidratarme llorando, aprendo a cerrar los ojos, respirar profundo, y ser fuerte. Tengo miedo.
Y si dejo de sentir? Y si esto que está pasando es porque me cansé de llorar, me cansé de sentirme mal, me decepcioné de la vida, y decidí no sentir más nada? Yo no quiero ser una piedra. Mientras tanto, me apodero del mundo y el cielo es casi mío, la nostalgia me abruma y no sé qué me afecta más, no sé si me afecta. Yo no quiero ser una piedra. No quiero perderme. Al menos ya no busco consuelo, y me importa muy poco saber que no me lo dan. Y justamente, eso está bien? Yo no quiero ser una piedra.